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¿Alguna vez te has detenido a pensar en que tu forma de actuar, desde que te despiertas hasta que te vas a dormir, está definida por tus hábitos? Te despiertas, abres los ojos y probablemente haces lo siguiente: sacar tu celular, revisar los mensajes, las redes sociales, y sólo entonces te levantas de la cama a hacer el resto de tus actividades matutinas. Lo sé, nunca te detuviste a pensar en eso, ¿verdad? Yo tampoco, hasta hace un tiempo, cuando leí el libro de Charles Duhigg “El poder del hábito”.
Según Charles Duhigg, los hábitos se componen de un ciclo que está formado por tres puntos: señal, rutina y logro. La señal es lo que nos lleva a realizar alguna acción, la rutina es el hábito en sí y el logro es la sensación después del final de la acción, ya sea buena o mala. Creo que la mayoría de nosotros busca implementar acciones que nos traigan una satisfacción positiva a diario. Sin embargo, la satisfacción que nos brinda el hábito es diferente al beneficio que nos brinda. Es decir, el que al final de una acción nos sintamos bien, no significa que aporte un beneficio a nuestra salud o trabajo.
Para poner en práctica lo anterior, pensemos en el hábito que la mayoría de nosotros hemos adquirido en los últimos años de mirar el celular antes de acostarnos. Lo hacemos porque necesitamos un disparador para ayudar a nuestro cerebro a relajarse antes de irse a dormir. La rutina es ese vistazo rápido a las redes sociales. Después de un tiempo probablemente estés cansado y acabes durmiendo. Sin embargo, todos sabemos que aunque el resultado es positivo, el beneficio de este hábito a la larga no es saludable: nos pone aún más alerta y evita que descansemos lo suficiente durante el sueño.
¡Pero no hay por qué desesperarse! Es posible cambiar este hábito y reemplazarlo por otro más saludable. Al leer el libro de Charles Duhigg, entendí que los hábitos se forman en nuestro cerebro de manera racional y desde el momento en que tomamos la decisión de cambiarlos nuestro sistema neurológico entra en acción. Esto nos ayuda a reemplazar este hábito por otro más beneficioso. Entonces, una vez el hábito se ha formado en nuestro cerebro, se vuelve automático y ni siquiera lo pensamos.
Es decir que todos nuestros hábitos pueden cambiar. Una vez que nos damos cuenta del ciclo de los hábitos en nuestro día a día, podemos identificar de una forma más sencilla lo que no nos hace bien y modificarlo racionalmente. Es a través de esta rutina que incluimos en nuestra vida productos y servicios que nos ayudan en nuestras tareas cotidianas o que satisfacen cualquier necesidad, ya sea física, mental, espiritual o emocional.
Como especialistas en marketing, es importante comprender cómo se da este fenómeno en la vida de nuestro público objetivo, cómo nuestros productos o marcas entran en la vida de los consumidores, y marcan o no una diferencia para ellos. Después de todo, si nosotros como individuos compramos o usamos algo es porque nos facilita la vida o satisface una necesidad. Nuestros clientes también. Y comprender esto es la clave del éxito de una estrategia de marketing y ventas. Podemos aplicar esta regla tanto en el mercado B2C (Business to Consumer) como en el mercado B2B (Business to Business).
En el mercado B2C puede resultar más sencillo entender dónde entra exactamente tu producto o servicio en la vida del cliente, ya que podemos rastrearlo a través de publicaciones en redes sociales, mediante encuestas de satisfacción o, incluso, cuando lo ves salir del almacén ya con el producto en las manos. En el mundo B2B, esto sólo puede ser verificado en el mediano y largo plazo, cuando un cliente obtiene resultados positivos gracias a un programa de incentivos, un evento que le brindó nuevas oportunidades, o incluso un sistema que haya optimizado sus costos y aumentado la eficacia de su equipo.
Los hábitos individuales de cada trabajador impactan el día a día de la empresa y los resultados del negocio. Es importante que los gerentes y líderes sean conscientes de estos hábitos y lo que está sucediendo en la vida de sus empleados para que puedan intervenir y ayudarlos a superar una crisis o cambiar algo que no les esté haciendo bien en su vida personal o ejecutiva. Después de todo, no hay forma de separar del todo una cosa de la otra. Menos ahora, en esta vida integrada entre el hogar y el trabajo.
Piensa, por ejemplo, en un equipo de ventas: cada uno tiene su rutina, su sistema de trabajo único que suele funcionar muy bien en conjunto y que siempre trae resultados positivos. Sin embargo, de repente pasa algo y los números finales bajan mucho. Allí está sucediendo algo diferente que impacta directamente en las ganancias de la empresa y la venta de productos. Corresponde al gerente mapear e identificar qué acciones de sus vendedores están impactando negativamente y cómo puede influir en el comportamiento de su equipo para que sus hábitos cambien positivamente, trayendo buenos resultados al negocio.
Pero, ¿cómo saber cuál es el mejor plan a implementar? Esto sólo es posible cuando conoces a tus influenciadores de ventas individualmente y como equipo, lo que no sucede de la noche a la mañana. Sin embargo, utilizando herramientas que te ayuden a analizar y medir el desempeño de tus empleados, podrás traer mejores resultados a tu empresa de manera eficiente y estratégica. Si tus influenciadores internos son felices, tu empresa será exitosa, ellos son quienes mejor conocen los productos, servicios y marcas. Esto los hace el activo más valioso.
En Optime Consulting, tenemos algunas soluciones que pueden ayudarte a rastrear y fomentar estos comportamientos positivos dentro de tu equipo. Por ejemplo, eRecognize.me es una plataforma gamificada donde puedes incluir a todo tu equipo y medir su desempeño, combinando acciones de ventas y educación en una estrategia de incentivos que incluye algunas características gamificadas. Estas características alentarán a tus influenciadores internos a trabajar para lograr y sobrepasar sus objetivos porque al final de cada mes, trimestre y/o año pueden ganar un premio y ser reconocidos por su gerente y equipo. Esto es interesante, porque al fin y al cabo, cuando sabemos que lo que hacemos en el trabajo puede traernos un premio que podemos disfrutar en nuestra vida personal o con los que amamos, nos esforzamos por cambiar nuestra rutina y hacer lo imposible para ganarlo.
Es la vieja historia de que una cosa lleva a la otra en nuestras vidas: lo que hacemos en el trabajo impacta nuestra vida personal y viceversa. Si nos sentimos motivados en un área, haremos todo lo posible para mejorar la otra y eso nos llevará a tener hábitos más saludables que nos aporten una satisfacción tanto personal como profesional.
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Tendencia de negocios – EL PODER DEL HÁBITO EN NUESTRO DÍA Y EN LOS NEGOCIOS
By: Mariana Gil – Diciembre 2020
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